BREVE HISTORIA DEL INMUEBLE QUE ACOGE LA EMBAJADA DE ITALIA EN LA HABANA
La Embajada de Italia en La Habana se encuentra ubicada en el reparto de Miramar, surgido a partir de 1911, mientras la construcción del “Reparto Playas de Miramar”, diseñado por el ingeniero Luis Morales Pedroso, inició solo en 1925. A inicios del siglo XX, de hecho, gracias a la construcción de dos puentes en acero, substituidos en los años 50 por dos túneles, el acceso a esta parte de la ciudad mejoró notablemente y la zona fue seleccionada desde el inicio por familias adineradas para construir casas y palacetes de estilo señorial.
La que conocemos hoy como 5ta Avenida se llamaba “La Vía Habana”, y constituía el eje vial más importante del reparto. Posteriormente fue nombrada “Avenida de las Américas”, cuando fue construida la bella fuente que lleva el mismo nombre, erigida para dar la bienvenida al reparto. En esa época, vivir en Miramar significaba confort, exclusividad y un alto estándar económico. Los terrenos más costosos eran aquellos que se encontraban a lo largo de la 5ta Avenida, vendidos por lotes a no menos de 200 mil pesos, suma considerable para la época.
En el año 1940, en el número 406 de la 5ta Avenida, en la esquina con la calle 4, fue inaugurada la casa que actualmente acoge la Embajada. El inmueble, en estilo neoclásico, había sido proyectado por el arquitecto Alejandro Capó, por encargo de la propietaria señora Clarisa Aspuru. Los Aspuru, originarios de los Países Vascos en España, se habían establecido en Cuba como comerciantes y hacendados en los años 70 del siglo XIX. La familia poseía tres ingenios azucareros, una refinería, un banco, una industria siderúrgica y otras diversas actividades. Clarisa era una señora de la alta sociedad habanera, casada con el Dr. Felipe García Cañizares, conocido médico cirujano y profesor de la Universidad de La Habana.
La casa posee un amplio portal con columnas, que se extienden a lo largo de toda su fachada y continúa a lo largo del ala lateral de la calle 4. En su interior, en un único nivel, encontramos amplios salones y ventanas en forma de arco que se abren hacia un patio en estilo sevillano, con una fuente central. Resaltan los mosaicos policromados en la parte baja del portal que rodea el patio interior. Encima de la verja de entrada se divisan aun las iniciales del nombre de la antigua propietaria. El inmueble principal acoge las oficinas de la cancillería diplomática mientras el edificio anexo, en el interior del jardín, aloja los servicios consulares.
Después de la Revolución de 1959 el inmueble, como muchos otros del reparto, se convirtió en propiedad del Estado cubano y le fueron otorgados diversos usos, hasta que, en el 2002, fue asignado como sede de la Embajada de Italia.